Ricardo Oliva es Licenciado en Recursos Humanos, docente de dicha carrera en la Universidad Juan Agustín Maza y voluntario del Centro de Atención al Suicida (CAS) de Mendoza. Con más de 25 años de trayectoria, combina su vocación educativa con el compromiso por la salud mental y la contención emocional.
Un formador de vocaciones
Desde mediados de los años 90, Ricardo Oliva forma parte de la comunidad educativa de la Universidad Maza. “Comencé en la Universidad en el año 1995 aproximadamente, cuando aún funcionaba la sede de calle Espejo, en la Fundación Buci”, recuerda. En aquellos primeros años, participó en la construcción del plan de estudios de la carrera de Recursos Humanos y desde entonces ha ejercido la docencia de manera ininterrumpida.
Más que un educador tradicional, Oliva se define como “formador”. En el aula transmite valores como el respeto, la honestidad y el amor por la profesión. “Intento desde siempre transmitir respeto a los demás, honestidad en las acciones y apertura a nuevas ideas. También me ocupo de generar en los estudiantes la concepción de amor y respeto a la profesión que han elegido para desempeñarse en la vida’’, afirma.
Ricardo valora profundamente el diálogo con los jóvenes y reconoce cuánto se puede aprender como docente de esa interacción. “El joven es audaz, creativo, quiere marcar su impronta, y si somos permeables, aprendemos al mismo tiempo que enseñamos”.
El CAS y su compromiso con la salud mental
Además de su labor académica, Oliva desarrolla una tarea voluntaria en el Centro de Atención al Suicida (CAS) de Mendoza, una organización que brinda acompañamiento telefónico a personas en situación de crisis emocional. Se vinculó por primera vez en el año 2000, impulsado por el deseo de colaborar con alguna causa social, y desde entonces ha ocupado diversos roles: operador telefónico, capacitador de nuevos voluntarios, conferencista y miembro de la comisión directiva.
“Me reconforta trabajar en un lugar en que el único objetivo realmente es el ayudar al prójimo, de manera desinteresada y anónima’’, sostiene. La organización brinda una capacitación intensiva a quienes desean sumarse como voluntarios, que incluye entrenamiento en escucha activa, un período de tutoría y supervisión, y luego el ingreso a la línea como operador.
“Trabajamos con la voz y el lenguaje”, explica Oliva. “La escucha activa implica no solo oír las palabras, sino también interpretar las emociones. Como no vemos gestos ni miradas, prestamos especial atención a los tonos, las pausas, el ritmo. Es una herramienta clave”.
A lo largo de su trayectoria en el CAS, Ricardo ha aprendido que nadie está exento de atravesar situaciones críticas en salud mental. La depresión, la ansiedad, las pérdidas, el aislamiento o las dificultades económicas pueden llevar a una persona a una situación límite. Frente a esto, afirma que trabajan mucho en la comprensión, el acompañamiento y la validación del sufrimiento de quienes lo padecen. Aún así, desde el CAS son conscientes de que la ayuda a veces no es suficiente. ‘’Solo podemos ayudar y acompañar en el momento que nos llaman. Sabemos que somos un bálsamo. Aconsejamos recurrir a sus afectos, sus creencias y a los profesionales de la salud mental’’.
También destaca el rol que deben asumir las instituciones educativas y laborales en la promoción de la salud mental. “Las universidades deben trabajar en la prevención, y las empresas, como parte de su responsabilidad social, también están comenzando a visibilizar esta problemática”, indica.
Vínculos entre la tarea docente y el voluntariado
A partir de su experiencia en el CAS, Oliva ha incorporado una mayor sensibilidad en su rol docente. “Me ha ayudado a comprender mejor a los jóvenes, sus anhelos, sus dificultades, su lenguaje. También me ayudó a comprender que valoran y respetan el esfuerzo y el conocimiento, por lo que intento estar al día en las nuevas técnicas y teorías de la especialidad”, comenta.
Desde su perspectiva, la formación en Recursos Humanos debe incluir contenidos vinculados a la empatía, la comunicación interpersonal y el acompañamiento emocional. Si bien la carrera contempla una materia específica ‘’Psicología Laboral’’, propone reforzarla con herramientas prácticas como la escucha activa.
‘’Es muy importante formar a los jóvenes en el respeto, la comprensión y la empatía. En la carrera de Recursos Humanos es fundamental desarrollar el genuino interés en el otro, ya que se trabaja con y para las personas’’, expresa el Licenciado.
La prevención como tarea colectiva
En un contexto donde los problemas de salud mental se hacen cada vez más visibles, las instituciones educativas y laborales tienen un papel clave en la prevención y la detección temprana. “Como parte fundamental en el tejido social, deben asumir un rol activo frente a las señales que generalmente manifiestan las personas con ideaciones suicidas”, afirma Oliva. Desde su rol como docente, procura incorporar estos temas en las clases de Recursos Humanos, aunque señala que todavía queda mucho por hacer: “Trato de difundir las ideas de prevención, aunque desconozco si se trabaja en esto en el resto de las carreras”.
La identificación de señales también es fundamental para quienes rodean a una persona en crisis. Oliva menciona que ciertas actitudes como el aislamiento extremo, los cambios drásticos de ánimo o expresiones de desesperanza deben alertar al entorno. “Se recomienda que la persona cercana que detecte alguna de estas señales aborde el tema sin prejuicios ni reproches, y ofreciendo ayudar y acompañar”, subraya. Promover una cultura del cuidado, el respeto y la escucha es una tarea compartida, tanto en el aula como en cualquier espacio de la vida social.
Para pedir ayuda
La red de atención en salud mental de Mendoza incluye líneas gratuitas y organizaciones de acompañamiento:
¿Querés ayudar?
Para sumarse como voluntario al CAS se requiere tener más de 25 años, disponibilidad de tiempo para un turno semanal y disposición para realizar el curso de formación. La convocatoria se realiza una vez al año, en el mes de abril.